Hubo un tiempo errante, veredas ambulantes Antes del naufragio y los tontos epitafios Trenes que eran mundos, canciones manifiestos Cielos sin costuras, ropas inseguras. El sol apenas tibio, ansias de cariño Dulce amor de invierno, su sabor eterno Horas callejeras, risas sin remera Versos en libretas, petacas berretas. Toda esa luz, que nos obligó a brillar, nos prendió fuego el hogar, nos mantuvo despiertos. El viejo amor, revive en las sombras, hoy el viento lo nombra otra vez. Amanece pronto, comentarios tontos Parques encantados, rincones sagrados Caen por su peso, romances ilesos Bondi de regreso, dormido y sin un peso. Calles de vagancia, perros y ambulancias Genios en potencia de su propia ciencia El olor del subte yendo para el centro Dentro de mil bares, risas como mares.

Ahora que los años son un chiste puedo ver cómo aprendiste a guiar tu soledad. Recuerdo el perfume de tu pieza tu pudor y mi torpeza y la misma vanidad. Soñando siempre con la misma cosa Imaginando esa escena milagrosa. ¿Y vos qué hacés aquí? ¿Qué vienes a buscar? A ti. Un ángel que se escuda tras sus alas que estornuda en la mañana y se empeña en sufrir. Había una vez una esperanza que tiraba de la tanza que luchaba por vivir. Soñando siempre con la misma cosa Imaginando esa escena milagrosa. Vuelvo a revisar el guión berreta del final, te veo correr, te veo tomar el colectivo una vez más. En la avenida había un bar, y tu distancia se hizo mar, otra cerveza desbordó y molestando una canción. Luego la noche sin piedad llegó. Ahora que hizo efecto la anestesia y la suerte no es tan necia y nos deja respirar. Hay una cicatriz que nunca muestro, está guardada con lo nuestro, está brotando una vez más. Soñando siempre con la misma cosa Imaginando esa escena milagrosa. ¿Y vos qué hacés aquí? ¿Qué vienes a buscar? A ti.